Condenamos en los términos más enérgicos que se haya permitido que el crimen de odio cometido en Dinamarca el 24 de marzo contra nuestro Libro Sagrado, el Corán y nuestra gloriosa bandera se volvería a cometer de nuevo el 31 de marzo en el mes de Ramadán.

Insistimos una vez más en que no aceptamos en modo alguno la autorización de este acto despreciable en nombre de la libertad de expresión y que este planteamiento no puede justificarse nunca. Además, también tomamos nota de la insistencia en este error.

Es evidente que la insuficiencia de las medidas jurídicas y administrativas y la falta de voluntad política para prevenir tales actos, así como la impunidad de los autores, fomentan nuevas provocaciones.

Este acto es una prueba evidente del reciente aumento de la islamofobia, la xenofobia, la discriminación y el racismo en Europa. Tales actos de delincuencia motivada por el odio también constituyen una ofensa para quienes creen en la tolerancia, la cultura de la coexistencia pacífica y los valores democráticos. Ser incapaz de ver este hecho y condonar estos actos es una grave negligencia.

Nuestra más enérgica condena y protesta por este despreciable atentado ha sido transmitida al embajador danés, a quien hemos convocado al nuestro Ministerio. Una vez más, instamos firmemente a las autoridades danesas a que tomen las medidas necesarias contra los autores de este crimen y a que adopten medidas eficaces para evitar que se repitan este tipo de provocaciones.